Cinco clases de síntomas relacionados con la disociación

La disociación es un mecanismo psíquico de defensa que se pone en marcha cuando algo es muy impactante emocionalmente. Se trata de una amplia variedad de experiencias que pueden ir desde un leve distanciamiento con la realidad hasta graves desconexiones con lo que uno siente. Los síntomas disociativos son relativamente frecuentes, sobre todo en sus formas más leves y adaptativas. 

Podemos pensar en un continuo en el que en el extremo no patológico encontraríamos hechos comunes (como soñar despierto o algunos olvidos); en casos leves, la disociación sería un mecanismo de adaptación mediante el que se intenta dominar, minimizar o tolerar el estrés (también el aburrimiento o el conflicto). La disociación más patológica correspondería a los propios trastornos disociativos.  

Cuando la disociación se convierte en el tipo de afrontamiento predominante, acaban por activarse mecanismos disociativos incluso en ausencia de estresor (tal y como ocurre con los trastornos de ansiedad, por ejemplo). Por esto es importante una temprana intervención psicoterapéutica. 

A continuación, una lista con distintos síntomas disociativos clasificados en 5 grandes grupos. 

CAMBIOS DE CONCIENCIA DESCONCERTANTES

  • Lapsus de conciencia o estados de bloqueo que podrían durar horas. 
  • Flashbacks en los que se confunden presente y pasado.
  • Trastornos del sueño como sonambulismo, dificultad para despertarse/activarse, insomnio o cambios de carácter al despertar de un sueño profundo. 
  • No sentirse en el propio cuerpo, síntomas de despersonalización. 
  • Notar cambios significativos en la sensación de identidad. 

EXPERIENCIAS ALUCINATORIAS MUY REALES

  • Oír voces.
  • "Ver" entidades imaginarias con los que interactúan, tener amigos imaginarios muy reales.
  • Creencia de que los anteriores pueden controlar o influir en su conducta.

CAMBIOS NOTORIOS EN ESTADO DE ÁNIMO, CONDUCTA Y DE RELACIÓN

  • Sentir que los estados de ánimo tienen “mente propia”.
  • Cambios extremos en las relaciones con la familia.
  • Inconsistencia en habilidades.
  • Sentimientos de tener el “yo” dividido.
  • Conductas extremas no habituales.

LAPSUS DE MEMORIA

  • No poder recordar qué ocurrió durante un episodio de enfado.
  • No poder recordar meses enteros o años de vida (pasados los 4 o 5 años de edad).
  • Incapacidad para recordar experiencias con amigos o familiares.

EXPERIENCIAS SOMÁTICAS ANORMALES

  • Síntomas somáticos cambiantes.
  • Conductas de autolesión.
  • Insensibilidad al dolor.
  • Incontinencia urinaria o fecal.
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