¿Cómo explicar a un/a menor qué es un/a profesional de la salud mental?

Es bastante habitual encontrar dificultad a la hora de contarle a las y los peques por qué han de ir a una terapia. Muchas veces, ante esta dificultad, se dicen medias verdades, eufemismos e incluso cuestiones bastante distintas a la realidad (vamos a ver a “una amiga”, “al médico”...). 

A continuación algunas ideas para poder explicar esto más eficazmente:

-Decir la verdad. Esto es de enorme importancia. Favorece la predisposición, la adherencia y una posición de mayor apertura. En función de la edad, habrá que individualizar qué y cuándo se explica. Por ejemplo, en menores de 12 años es más aconsejable explicarlo el día previo, no con anterioridad para no fomentar que lo sobrepiensen. Sin embargo, en adolescentes sí sería más adecuado explicarlo con cierto adelanto para que no se sientan tan dirigidos/as y puedan sentir poder de decisión. También es importante señalar, sobre todo en adolescentes, la garantía de que lo que se hable será confidencial (salvo que se trate de cuestiones que puedan poner en riesgo a alguien). 

-Describir la función en lugar de la figura. Explicar qué se hace y para qué en lugar de describir el tipo de profesional. Podemos decir que se trata de un profesional que se dedica a ayudar a encontrar la manera de resolver problemas, a descubrir y mejorar nuestras habilidades, a lidiar con nuestras emociones y preocupaciones… 

-Explicar qué se va a hacer y qué no. Podemos explicar que hablando, jugando y dibujando, entre otras cosas, se van desenredando emociones y pensamientos. También es muy útil afirmar que el/la profesional de la salud mental no puede leer la mente y que las cosas que no quieran hablar, no se van a hablar. En caso de los más peques, no está de más aclarar que en este lugar no se pincha ni se hacen otros procedimientos de ese tipo. 

-Poner ejemplos concretos. Por ejemplo, podemos explicar que aquí acuden niños y niñas que tienen miedos o sustos que no se van; o que tienen problemas en el cole o con compañeros/as; también niños y niñas que pierden los nervios y estallan; y también aquellos/as que tienen muchas preocupaciones o con nervios y somatizaciones. Si sabemos de antemano el motivo de acudir sería buena idea introducir alguna cuestión similar, aunque no idéntica, para que así se puedan identificar sin sentirse señalados/as. 

-Poner el foco en la solución, no en el problema. Es aconsejable evitar comentarios tipo “creo que tienes un problema”, “creo que necesitas ayuda”, “creo que te pasa algo”; esto genera alarma, miedo y no sitúa en una posición abierta. Sin embargo, es más útil poner el foco en la solución: se va acudir a una persona que va a ayudar a enfrentar mejor las dificultades ayudando a sacar a flote las herramientas y defensas que no sabemos que tenemos. 

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